lunes, 29 de septiembre de 2008

2 de Octubre 1968 .. 1 dia despues



2 de Octubre



Después del 2 de octubre
Domingo, 28 de Septiembre de 2008
El presidente le reclamó a don Jacobo Zabludovsky que en el noticiero de la noche hubiera aparecido en pantalla usando una corbata negra.
El 3 de octubre de 1968, al día siguiente de la matanza de Tlaltelolco, Jacobo Zabludovsky recibió una llamada del Presidente Gustavo Díaz Ordaz en las instalaciones de Telesistema Mexicano (hoy Televisa).
El presidente le reclamó a don Jacobo que en el noticiero de la noche hubiera aparecido en pantalla usando una corbata negra.
Díaz Ordaz estaba muy molesto. Don Jacobo Zabludovsky le explicó: "Señor presidente yo uso corbata negra desde hace años.
. .". Esta anécdota es para mostrar de qué manera todos los medios fueron sometidos a una estricta vigilancia y censura por parte de las autoridades castrenses del sexenio de Díaz Ordaz.
Estaban empeñados en que en ninguno de los medios de comunicación diera una información que el gobierno considerara excesiva y dañina para su ya deteriorada imagen.
El propio Lic. Zabludovsky afirma que de todos los noticieros del momento el más importante era el "Excélsior".
Es por este motivo que nos referiremos a un par de artículos de la época. El 3 de octubre de 1968, surgen las primeras declaraciones del director de relaciones de la presidencia y el articulo se titula: " 20 MUERTOS, 75 HERIDOS Y 400 PRESOS".
A la una de la madrugada, los corresponsales extranjeros fueron trasladados a la residencia presidencial de Los Pinos en dos autobuses especiales.
Allí se efectuó una rueda de prensa en la que no de manera oficial se dio amplia información a los periodistas del exterior.
El señor Fernando M. Garza, director de Prensa y Relaciones Públicas de la Presidencia de la República , dijo ante poco más de 60 periodistas y corresponsales extranjeros que en los disturbios del día anterior hubo "Cerca de 20 muertos, 75 heridos y más de 400 detenidos".
Afirmó que la intervención de la autoridad, en la Plaza de la Tres Culturas , "acabó con el foco de agitación que ha provocado el problema".
La entrevista de Garza con los periodistas extranjeros ocurrió poco después que los corresponsales, mediante el señor Raimundo Cuervo, insistieron en obtener información oficial sobre los acontecimientos.
Otra de sus afirmaciones fue: "Se garantiza la tranquilidad durante los Juegos Olímpicos.
Hay y habrá vigilancia suficiente para evitar problemas". Por su parte, El secretario de la Defensa Nacional, general Marcelino García Barragán, dijo en una conferencia de prensa: "No se decretará el estado de sitio; México es un país donde la libertad impera y seguirá imperando".
De esta manera, el gobierno establece claramente que fue una decisión que debía tomarse ya que la mayoría del pueblo mexicano lo que busca continuamente es la paz y la tranquilidad.
Así, hace un llamado a los padres de familia para que controlen a sus hijos, mientras que en los hospitales de la ciudad decenas de estudiantes están en calidad de detenidos y serán puestos a disposición del procurador general de la República.
Sobre las medidas de seguridad afirmó: "Esto puede repercutir; pero no creo que se repita; no permitiremos más desórdenes.
Creo que los padres de familia van a atener el llamado que les hemos hecho. No se puede permitir que sigan quemando vehículos del servicio público y cometiendo tropelías.
Se continuará patrullando la Plaza de las Tres Culturas y las zonas donde hubo disturbios.
"Pero ¿ qué fue lo que realmente pasó? Nadie lo sabe con precisión, es por esto que he decidido mostrar apoyarme en el relato de Miguel Angel Martínez Agis publicado en el periódico Excélsior el 3 de octubre del 68, el articulo se titula "Edificio Chihuahua: 18:00 hrs".
Tercer piso del edificio "Chihuahua". Poco más de 10,000 personas en la Plaza de las Tres Culturas.
Tres estudiantes han usado el micrófono. Uno de ellos para las presentaciones, otro del Politécnico y uno más de la Universidad.
En el balcón central del edificio están los periodistas (Fallecí), algunos fotógrafos y camarógrafos.
Reporteros y corresponsales extranjeros. Los oradores atacaron a los políticos, a algunos periódicos, inclusive llegaron a proponer el boicot contra un diario capitalino.
Entre aplausos fueron recibidos unos obreros. Se dijo que eran ferrocarrileros. Exhibían una manta que decía: "Los ferrocarrileros apoyamos el movimiento y desconocemos las pláticas Romero Flores-GDO".
Inclusive algunos de ellos anunciaron la iniciación de paros escalonados. Cuatro luces de bengala de color verde cayeron sobre los espejos de agua.
Eran las 18:10 horas. Varios centenares de agentes de la Policía Judicial, de la Procuraduría General de la República, de la Dirección Federal de Seguridad llegaron y gritaron a los periodistas: "¡Bájense!" Llevaban las pistolas en la mano.
Los mismos agentes decían a los estudiantes: "¡Alto aquí. Nadie se mueve..!" Se inicia el tiroteo.
Los periodistas apenas alcanzaron a bajar. Se inició una intensa balacera. Disparos al aire, ráfagas de ametralladora.
Carreras de todos. Los elevadores atascados, los agentes cubrieron las dos escaleras de acceso.
Abajo, en la plaza, la gente se arremolinaba. Caía, se despeñaba sobre las escaleras de piedra frente a la iglesia de Santiago Tlaltelolco.
Por los altoparlantes, se escuchó: "¡No se vayan. No se vayan..!" Al mismo tiempo, por un costado del edificio de Relaciones Exteriores entra el Ejército.
Más disparos. En este tercer piso son detenidos unos cuarenta estudiantes del Consejo Nacional de Huelga.
Oscurecía. No había luz en el edificio. Sócrates está entre los apresados. Esposados, agazapados, pegados a la pared de las escaleras, impulsados por gritos de los propios agentes, dos periodistas bajan al segundo piso.
Unos quince o veinte minutos, mientras la balacera continuaba sin cesar. Agentes y periodistas, juntos, contra la puerta del departamento 210.
La chapa cedió. No había nadie. Sus moradores huyeron. En el pasillo del departamento hay dos teléfonos, y todos quieren usarlo.
Siguió el desfile de seis heridos: tres policías de la Judicial y tres de la Federal de Seguridad, además de Oriana Fallaci y una mujer grávida, con su hijo de doce años.
El jefe de la DFS habla por teléfono.
"¿Hay francotiradores?"
Por teléfono el mismo jefe de la DFS informó: "Aquí sólo nos movemos y nos disparan.
Hay francotiradores. Necesitamos que manden un convoy de ambulancias civiles para ver si los dejan pasar y saquen los heridos.
Que vengan con las sirenas abiertas para mostrar que son ambulancias..."2 de octubre...no se olvida, de eso no cabe duda y por ese motivo marchas posteriores se denominaron así al igual que el articulo de Martha Anaya escrito años después.
La marcha fue impresionante. Unos volvían 25 años después; los más pisaban la Plaza de las Tres Culturas por primera vez.
Pero los viejos líderes pintando canas. Emociones encontradas: tristeza, orgullo, nostalgia.
Testigos de una lucha que aún no muere....
Entre ellos mismos se miraban, se reconocían. Recordaban. Se abrazaban al caer la noche.
Miraban aquellos muros del templo que quedaron manchados de sangre. Los terrenos por los que se arrastraron para salir de Tlaltelolco hace años.
Las veces que se levantaron para correr y que otros no pudieron ya hacerlo. Las citas para esta marcha convocada por el Comité Nacional de Huelga fue el Zócalo de la Ciudad de México.
Cuatro de la tarde. Pero desde mucho antes, la gente comenzó a llegar. Jóvenes y más jóvenes aparecían por las calles, bajaban de autobuses que habían tomado, brincaban y corrían en torno de la Plaza de la Constitución, mientras las puertas de Palacio Nacional se cerraban y el astabandera quedaba desnuda.
Estudiantes de economía, de la Facultad de Estudios Superiores, de Bachilleres, de la Escuela Nacional de Antropología... Ahí mismo se terminaban de pintar mantas.
Y volvían a escucharse las viejas consignas: "¡Gobierno-farsante-que-matas-estudiantes"! ¡Sí-que-re-mos-la-verdad, de-mo-cra-cia-y-li-ber-tad", "No-que-no, sí-que-sí, ya-Vol-vi-mos-a-sa-lir!", "¡El-pue-blo,-u- ni-do,-Ja-más-se-rá-ven-ci-do!" La plaza estaba repleta, para entonces pasaban de las ocho de la noche.
La gente partía rápidamente. La Plaza de las Tres Culturas quedaba tapizada de flores rosas rojas, claveles blancos, zempazúchil, de veladoras encendidas.
Fue entonces cuando una mujer mayor y sus hijas llegaron hasta la mitad de la Plaza.
Llevaban un ramo de claveles rojos.
Se inclinaron y comenzaron a acomodar las flores. ¿Perdieron ustedes algún familiar en el 68?, preguntó Martha Anaya.
La mujer me miró asustada. Lo negó de inmediato. Y no quiso hablar más. Quedó ahí... de rodillas... sin mencionar su nombre, sin manifestar abiertamente por qué estaba ahí, así, adolorida... Y han pasado años...

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